El futuro del papel
Podemos ponernos nostálgicos. Podemos hablar del olor del papel, de su mayor portabilidad, de comodidad en determinadas situaciones, de romanticismo o de que no sirve para matar moscas. Podemos justificar los inmensos desarrollos e inversiones acometidas para asegurar que el papel llegue a los quioscos y hogares de los suscriptores puntualmente todas las mañanas. Podemos comprometer dinero público para regalar periódicos a los jóvenes. Pero la verdad es la que es: los jóvenes no quieren un periódico de papel ni en pintura. No lo usan, no les resulta cómodo, ven absurdo que contenga las noticias de ayer, y cuando ven en él algo interesante, no pueden copiarlo, pegarlo, reenviarlo, votarlo, vincularlo ni hacer ninguna de las cosas que gustan hacer con la información. Algunos de los periódicos más históricos e importantes ya han anunciado que abandonarán el papel en el futuro. La circulación de periódicos cae en todos los mercados. También lo hacen los beneficios, siguiendo la pauta marcada por la caída de la inversión publicitaria. Los periódicos del futuro, ni serán periódicos (serán continuos), ni mucho menos estarán hechos de papel. ¿Desaparecerán los periodistas? Para nada, simplemente adaptarán sus metodologías de trabajo al nuevo soporte. ¿Desaparecerá la industria papelera? Tampoco. Se me ocurren algunos usos del papel que no acabo de ver sustituidos por su equivalente electrónico.
Podemos vestirlo como queramos, pero al papel como soporte de información ya solo lo mantienen los usos y costumbres asentados en una generación que creció con él, mientras que para la generación que solo lo maneja en el colegio ya no tiene el más mínimo sentido. No es un cambio que vayamos a ver de un día para otro, estas cosas no funcionan así. Pero es evidente y simple: el papel ha sido superado tecnológicamente, tanto en desarrollo, como cada día más en alcance y difusión. Actualicen sus agendas… electrónicas.